Cronistas crónicos
“Trabajar en este país tal y como está siendo mujer, teniendo 44 años, una discapacidad y periodista es toda una fiesta”
Su albinismo y su discapacidad le han enseñado a generar su discurso al margen de terceros
06/02/2015
Beatriz Sancho - Imágenes: Jorge Villa
El retrato de la periodista Ana Hernández como profesional dedicada a elaborar información sobre la discapacidad es el primero de una nueva sección esporádica que comienza su andadura en este periódico y que dará cuenta de las virtudes y dificultades, de los éxitos y las desventuras de cronistas con discapacidad que se dedican a relatar noticias de personas con discapacidad.
Lo primero que llama la atención de
Ana Hernández en cuanto la ves es ese pelo albino que la ha señalado con tanta frecuencia en su camino vital, más incluso que su discapacidad visual. Hoy la distingue. Y no sólo se ha acostumbrado a ser distinta sino que me atrevo a decir que de esta diferencia, aunque cuenta que en su niñez fue “muy estigmatizante”, ha sacado provecho y uno de ellos, importantísimo, imprescindible para la madurez total de cualquier individuo, es el desapego de los juicios ajenos y un aprendizaje consciente y esforzado de generar su propio discurso al margen de terceros y reconocer, sinceramente, que “lo importante es lo que ella crea de sí misma y no lo que crean los demás”.
Esta fortaleza mental se conjuga armónicamente con su físico. Ana Hernández es esbelta y de una anatomía poderosa y proporcionada. De un atractivo indefinido e intenso, casi monopolizado por la claridad de su cabello que difumina el resto de su belleza si no se observa discriminadamente.
Está a punto de grabar un “total”, una pieza informativa para televisión que se emitirá en el programa de
TVE ‘
España directo’ por el irrisorio tiempo de minuto o minuto y medio y que hoy, mientras es observada para retratarla en esta crónica, tarda casi cuatro horas en grabar. Este es el material bruto de uno de los cuatro reportajes que esta periodista especializada en información social realiza semanalmente para la televisión pública.
Ella vive en Barcelona, pero para este proyecto de TVE va donde me mandan. Esta mañana le toca trabajar en Madrid. En realidad, ella siempre ha hecho radio. Lleva 25 años trabajando de periodista en la radio y sólo desde el pasado mes de noviembre ha comenzado a realizar estos espacios televisivos. Pero encantada. Se palpa que Ana consigue con tenacidad y amor propio lo que se propone. Destila seguridad, desparpajo en su oficio, claridad de ideas y también que su esmerada labor periodística es el resultado del empeño, de la superación, de dedicar en ocasiones, esto último lo cuenta ella, más horas que sus compañeros para realizar su trabajo y compensar así la dificultad que supone para ella su déficit visual a la hora de abordar determinados momentos del proceso de un reportaje televisivo o radiofónico. Sólo ve un diez por ciento y, positiva, subraya con una sonrisa que proyecta honestidad, lo afortunada y agradecida que se siente por ver al menos eso y no nada.
NO SIN LA ONCE
Por lo visto Ana Hernández creció sin el apoyo educativo más conveniente o necesario para una persona con su discapacidad. No sabía ni que existía la
ONCE, entidad que descubrió a los 21 años y con la que se identifica tanto como para expresar hiperbólicamente: “yo soy la ONCE y la ONCE soy yo”. “Te lo voy a decir”, ahonda en el mismo tema en la sede de la ‘
Redmadre’ donde está realizando el total para ‘España directo’, “a mí me ha costado mucho llegar hasta aquí, y me ha traído la ONCE. Y no voy a fallar, así que voy a por todas, a por todas”. Insisto en saber si lo importante es no fallarse a sí misma o a la ONCE. Y ella reitera ese sentimiento “a ninguno de los dos porque somos lo mismo” e insiste en que esto conste en esta crónica.
El tema de la pieza para TVE que hoy aborda Ana Hernández es el de condensar en ese minuto y pico, mediante imágenes y locución, el apoyo que reciben mamás que se han quedado embarazadas inesperadamente en la Fundación ‘Redmadre’. Para mostrarlo, la periodista elige con precisión uno de los momentos más efectivos a nivel visual y que es la realización de una canastilla para bebé repleta de enseres esenciales para cuando nazca la criatura y, sobre todo, el momento de la entrega a una mamá que se ha atrevido a dar la cara en televisión pese a ciertos riesgos personales que asumía al hacerlo.
La soltura de Ana Hernández como plumilla de televisión es digna de encomio. Asombra cuando uno sabe de su discapacidad, de sus limitaciones para esta labor donde la vista, según parece y no es, juega tan primordial papel. Pero esta murciana de Cartagena sale al paso con elegancia, con garbo y no sólo sino que deja el pabellón más alto que otros muchos periodistas del medio televisivo sin discapacidad.
Los cinco lustros ejerciendo la profesión de periodista le han valido de mucho para afrontar ese reto porque como ella dice “vista tengo poca y claro que me cuestioné cómo me iba a defender”. Pero muy demostrado queda que esta profesional de dilatada experiencia sabe hacer reportajes, lo lleva haciendo toda su vida y donde no llega recibe el apoyo amable de sus compañeros. Confiesa mientras graban el reportaje de hoy que el primer mes trabajando para ‘España directo’ fue más complicado, el segundo menos y que el tercero ya estaban rodando sin problemas.
Y una no tiene más que ver la desenvoltura de Hernández en el rodaje de hoy para eliminar toda duda de que un periodista con discapacidad visual puede hacer la misma labor o mejor incluso que otro sin discapacidad si sus capacidades son mayores; que la discapacidad visual no es un impedimento para abordar incluso el periodismo televisivo, y que la disciplina y el deseo personal permiten acometer casi cualquier objetivo que uno se proponga.
Quien vea a esta periodista en acción: dando órdenes a todo el mundo sobre dónde y cómo colocarse, previendo lo que mejor queda en el producto final de su trabajo; explicándoles con exactitud qué es lo que quieren que le cuente; exigiendo tomas detalladísimas al cámara que le acompaña y que una no se explica cómo acierta a adivinar... Sabe lo que quiere y lo dice sin aspavientos, pero con contundencia. Se ha espabilado por su cuenta, a lo largo de su trayectoria profesional, y no pierde el tiempo ni permite a nadie que se lo haga perder. El tiempo es oro en televisión, pero también para ella y para lograr sus propósitos vitales y, en este instante, profesionales. La síntesis es condición indispensable en televisión donde que la concedan dos minutos literales son “fiesta mayor”. Y todo lo aprovecha.
LA CHICA DE LA RADIO
La chica de la radio, como ella se define, parece nacida para la televisión. A este trabajo, al periodismo en general, esta astuta y práctica mujer aplica los conocimientos adquiridos en su otra profesión, la de coach. Según la corriente de coaching que ella ha elegido, las preguntas han de ser concretas. Si se puede decir algo en tres palabras, se evita decir siete. Y obvio es que esto le ayuda a hacer televisión por la velocidad a la que va todo en ese medio. En 90 segundos hay que contar, por ejemplo, y como ya ha sido capaz de hacerlo, la historia de una chica autista que toca el violín y escribe libros, pero es incapaz de decir buenos días en la panadería. “¿Cómo lo explicas en tan poco tiempo?” La magia de Ana es servirse del coaching donde “menos siempre es más”.
La magia de Ana es servirse del coaching donde “menos siempre es más”
Pasa el tiempo en compañía de esta cronista social con discapacidad y llega el momento más esperado para ella. La joven embarazada que va a recibir la canastilla para el bebé que lleva en su seno aparece finalmente en la fundación en la que nos encontramos. Hay que prepararlo todo para contar con el material necesario para que el montador en Torre España disponga de imágenes y declaraciones de la joven progenitora que den fuerza y significado a ese momento estelar, necesario para dotar de sentido y valor a ese breve reportaje. No se puede quedar corta y, por supuesto, Ana quiere síntesis, también esencialidad. Como cualquier periodista de este medio.
EMOCIONANDO
El fin último de Ana es conseguir llegar al corazón del telespectador. Quizás no sea condición sine qua non sino un punto más que se suma al de conseguir la empatía del público. Pero para esta periodista y coach es importante porque ella es pura emoción. Tampoco le falta racionalidad, pero la emoción se le sale por cada poro y no sólo está conforme y contenta de ser así sino que siente emocionante la vida, se palpa, y consigue emocionar.
A la madre que le han dado la canastilla para el bebé que parirá en breve y que intenta rescatar como protagonista indiscutible de su reportaje la ha provocado con esmero y éxito las lágrimas con sus preguntas de entrenadora. No persigue hacer un reality show de su trabajo, pero está entrenada para trabajar con la emoción de las personas. No la cuesta nada y lo admite.
Ana Fernandez está entrenada para trabajar con la emoción de las personas. No la cuesta nada y lo admite
Emociona, lo sabe. Lo busca. “Ha costado que te emociones un poquito”, le dice a la última protagonista de su mini reportaje. Y lo logra. Toca la fibra íntima de sus entrevistados, la de sus colaboradores, la de todo el mundo. Pero en su trabajo, en este concreto, lo hace además con urgencia, en poco tiempo “porque los periodistas no tenemos tiempo”, simplifica. Al menos así ocurre en los géneros periodísticos que ella trabaja y ante la limitación de tiempo se vale, nuevamente, del coaching, de todas las habilidades que ya tiene integradas, que conforman su persona y que son producto irremediable de una preparación continua, diaria, ya que este savoir faire no “llueve del suelo” sino de la repetición, de la voluntad, de la entrega y la preparación.
Y lo mejor es comprobar que ella también se emociona. Se emociona con la historia de esta chica embarazada más que con la propia. Y se emociona también al hablar de su hija, al retratarla para la joven entrevistada, porque hablar de Carla, así se llama su hija de doce años, “es hablar de pura emoción”. Lo confiesa con descaro, sin ocultar todo su orgullo maternal. Carla la ha convertido en otra persona y, por decirlo utilizando sus palabras, es su coach personal. Le acompaña 24 horas, aunque viaje. En todo lo que hace la ve allí, da sentido a su vida y si su identificación con la ONCE asemejaba a una simbiosis singular hace unas cuentas líneas, la que tiene con su hija es una “simbiosis total”.
Ana Hernández es una mujer agradecida y celebra con mucha ilusión estar trabajando “en un país que está como está, siendo mujer, siendo discapacitada, teniendo 44 años y siendo periodista es toda una fiesta”. Pero más allá del trabajo en televisión, esta periodista es una cronista social que vive con sus reportajes de Radio Nacional de España (
RNE)y que es lo que más le gusta hacer “del mundo mundial”, enfatiza. Y que nadie se le enfade al leer esto porque el medio televisivo también le gusta mucho. Sin embargo, su trayectoria profesional se ciñe casi exclusivamente al mundo de las ondas.
Ha pasado por diferentes programas y emisoras. ‘Mundo sin barreras’ en Onda Cero, un diario de temática social; ‘Mundo social’ durante seis años con Carlos Herrera; ‘Cuestión de salud’, de salud precisamente... por mentar algunos. Actualmente, también realiza reportajes diarios relacionados todos ellos con la actualidad de la ONCE y su
Fundación. Es decir, centrado en personas ciegas o con cualquier otra discapacidad. Su importancia para el movimiento de la discapacidad radica en que tienen una presencia diaria, hay repeticiones en fin de semana, y encabalga la situación social con la actualidad del día al emitirse tras el boletín informativo de las 11.45 horas.
RADIANDO SIN BARRERAS
Sin embargo, lo que ha sido su verdadera escuela tanto a nivel profesional como personal es el haber presentado durante 17 años en Cataluña el programa ‘
Cataluña sin barreras’, que primero se emitía en Onda Cero y ahora en Radio Estel, una emisora catalana. En él Ana Hernández mueve un equipo de 40 o 45 voluntarios todos con discapacidad, que preparan contenidos, graban con ella a dos voces o se sientan en tertulias. En estas últimas, destaca la directora de la emisión, ella misma, la estabilidad y la participación proactiva de las personas con problemas de salud mental que tienen que rotar debido a su proactividad y su anhelo de participación, y porque no tiene más que cinco micrófonos para los tertulianos.
Su verdadera escuela tanto a nivel profesional como personal ha sido presentar 17 años ‘Cataluña sin barreras’
En su opinión, ‘Cataluña sin barreras’ trabaja para la inclusión social de las personas con discapacidad, pero es cierto que especialmente incluye socialmente y beneficia a muchas personas con problemas de salud mental porque “están muy estigmatizados”. Con su labor y la del propio programa se logra una mejoría a todos los niveles de las personas con discapacidad que colaboran en su realización porque “se sienten escuchados, se sienten personas y las cosas importantes que normalmente dicen, en nuestro programa tienen su propio impacto mediático”, atestigua.
PREGUNTA, PIENSA, REFLEXIONA
También dice Ana Hernández que lo suyo es contar historias sociales. A pesar de que le encante la política y la economía, dice que no sabría contarlo tan bien. Pero la profundidad de este individuo albino que queda hoy y aquí retratado, relatado como efectivo cronista social en esta nueva sección esporádica de ‘cermi.es semanal’, va mucho más allá de las apariencias físicas y de lo que ella misma cuenta. Quizás sea cierto que ha hecho del coach, de su forma de entender el coach al menos, una filosofía de vida en la que lo importante reside en la pregunta que te formulas y no en la respuesta que das. La clave reside en la pregunta y con la pregunta, puntualiza la coach, se desvelan todos los misterios porque implica que vas a pensar y a reflexionar.
Bien, la periodista especializada en información social, además de nacer, como también insiste, para hacer preguntas y para hacer radio reflexiona y concluye con virtuosismo. Hay que poner el foco en “nosotros, en las personas con discapacidad” porque “somos, existimos, aportamos”. No es poco decir, pero es que además Hernández insiste en que también recibimos apoyos y con ello estamos humanizando el entorno. “No nos olivemos de esto porque el día en que la sociedad se componga de gente perfecta no quiero ni pensar en dónde estaríamos”, declara con profusión.
Pero lo que conmueve de esta mujer valiente es que se sepa parte de una parte más de la sociedad “de la que hay que informar”. “¿Para qué no hacerlo? ¿Qué ganamos si no informamos de algo que existe y es real?”, se pregunta a sí misma. “Nada”, concluye. Y radia más aún si cabe esta cronista social al descubrirnos que en su trabajo son las propias personas con discapacidad las que se defienden solas con sus propios testimonios. “Tú sólo tienes que contarlo, pero el mérito es de ellas”.